Una guerra civil, larga y difícil para ambas partes, con intervenciones extranjeras y como una carga pesada para la sociedad, de cualquiera de los dos bandos, que ha perdido definitivamente el ingenuo optimismo de <>.
Los hechos son muy diferentes; por un lado se estructura un embrión de Estado, aún esencialmente militar, con una cúspide que funde las figuras de caudillo militar y jefe político; por otro, un Gobierno que representa a todas las fuerzas políticas y sindicales opuestas a la rebelión (y acordes, al menos coyunturalmente, con la legitimidad republicana) intenta recrear los aparatos de Estado y, en primer lugar, crear un ejército para poder combatir.
Ambos tienen que repensar las ideas básicas de su mensaje.
El Gobierno de Largo Caballero se considera, al constituirse, <>. Apenas hay una declaración ministerial del 4 de septiembre de 1936 otra idea que la de subordinar <> para asegurar el triunfo contra la rebelión.
El 1 de octubre, al presentarse el Gobierno en las Cortes, cumpliendo así con el trámite constitucional, Largo Caballero es algo más explícito; y dice: <> (alusión al peligro hitleriano). Añade también una matización de carácter social:
Hay que vencer al enemigo en las trincheras, pero también hay que derrotar a los privilegios que existían de orden jurídico y económico… Al terminar la lucha la estructuración de España habrá cambiado en su aspecto jurídico y económico, y a las masas que ahora luchan heroicamente hay que darles la garantía de que al término de esa lucha tendrá una plena realidad el artículo primero de nuestra Constitución que dice que España es una República constituida por trabajadores de todas las clases.
Ya está implícita la idea de una revolución dentro del orden constitucional establecido, que se presenta como réplica a la agresión antidemocrática y como consecuencia del protagonismo de la masas; esa revolución <> era mucho en el impulso conspirador de la primavera de 1936.
El Parlamento de la República volvió a reunirse el 1 de diciembre, esta vez en el Ayuntamiento de Valencia, ciudad que era sede del Gobierno. En su discurso -centrado sobre la defensa de Madrid y la participación gubernamental de la CNT- se apunta ya netamente el tema de la guerra como agresión germanoitaliana: <>, afirmando luego: <>.
Cuando Azaña se dirige a los españoles, desde el Ayuntamiento de Valencia, el 17 de enero de 1937, sigue poniendo el acento en dos ideas básicas: <>, es decir, la agresión; la otra es la intervención extranjera: <>.
Azaña es, sin duda, un ideólogo, no exento de raíces teóricas. Sabe tocar resortes diversos. Así, rebate fácilmente la afirmación de la extrema derecha identificando República y consumismo. <>.
En lógico contrapunto, ataca un lema muy discutible del bando adverso, al que ya podemos llamar <>, puesto que Franco era su jefe indiscutido, de acuerdo con la legalidad que emana ex nihilo, o mejor, de un poder de hecho.
Oigo hablar de un movimiento nacional, que es como creo califican su acción rebelde los autores de la rebelión. Un movimiento nacional, ¿puede existir si empieza por secuestrar la libertad de la nación?
La nota final, ética y reconciliadora:
Vendrá la paz, y espero que la alegría os colme a todos vosotros. A mí, no… No será un triunfo personal, porque cuando se tiene el dolor de español que yo tengo en el alma, no se triunfa personalmente contra compatriotas. Ycuando vuestro primer magistrado erija el trofeo de la victoria, su corazón de español se romperá, y nunca se sabrá quién ha sufrido más por la libertad de España.
La óptica de los consumistas, cuyo partido habría acrecentado considerablemente su peso e influencia, podemos deducirla por el discurso de José Díaz en la sesión parlamentaria ya citada del 1 de diciembre: perspectivas de guerra europea, propósitos agresivos del eje Roma-Berlín; la guerra tiene carácter nacional y el gobierno también: <>. Recuerda que su partido ha dicho que se trata de <>. Guerra nacional, pues, y Gobierno verdaderamente nacional, que al mismo tiempo que hace la guerra se preocupa de defender los intereses de obreros, campesinos, pequeña burguesía, intelectuales, etc., y <>.
¿Quería hablar de nación de naciones? No parece que en ese discurso se haga una reflexión profunda sobre tan complicado tema.
Precisamente, un ministro nacionalista vasco se explicaba así, a mediados de octubre, en la emisora de radio Altavoz del Frente:
Cuando el hecho militar que ha producido la perturbación que sufren los pueblos peninsulares surgió, los vascos no podíamos tener opción. Entre la dictadura, el fascismo, la tiranía y el pronunciamiento militar por una parte y la democracia socialrepublicana, la suerte estaba echada… Abrazamosla causa de la democracia social porque era la nuestra. Lo hemos hecho con pleno conocimiento de causa.
La entrada de los anarcosindicalistas en el Gobierno central y en el de Cataluña era un hecho de tal alcance que superaba incluso el marco de la historia social de España. Solidaridad Obrera, el órgano de prensa más representativo de ese sector, decía el 4 de noviembre:
El Gobierno, en la hora actual, como instrumento regulador de los órganos del Estado, ha dejado de ser una fuerza de opresión contra la clase trabajadora, así como el Estado no representaba ya el organismo que separa la sociedad en clases. Y ambos dejarán aún más de oprimir al pueblo con la participación en ellos de elementos de la CNT.
En las ideas básicas del campo republicano pronto se perfila la de pueblo=cultura, binomio al que se une, a veces, el de pueblo=patria. Las revistas Hora de España (que empieza a publicarse en enero de 1937) y Nueva Cultura sirven de vehículos para estos planteamientos. Entre los más importantes están los de Antonio Machado en sus notas <>:
La patria –decía Juan de Mairena- es, en España, un sentimiento esencialmente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la mienta siquiera. Si algún día tuviereis que tomar parte en una lucha de clases, no vaciléis en poneros del lado del pueblo, que es el lado de España, aunque las banderas populares ostenten los lemas más abstractos.
Si esto escribe Machado en Hora de España (marzo de 1937), dos meses después es José Bergamín quien escribe: <>. Hay, para Bergamín, dos grandes vertientes del pensamiento español en su tradición; la del sueño de la razón (Quevedo, Gracián, Calderón) y la de la razón de soñar, en la que sitúa a Lope, Santa Teresa y Cervantes. <>.
En una especie de contradicción dialéctica, aunque el autor no lo exprese literalmente así, esas corrientes encuentran su síntesis de plano superior en Goya. Éste sería <>. Según Bergamín, este entusiasmo popular revolucionario es imprescindible para la total <>. Y no deja de concluir con el paralelismo Goya-Picasso, como le dio la otra a Goya, la plenitud consciente de su genio pictórico, poético; creador>>.
Una línea análoga había sido expuesta por Rosa Chacel en el número 1 de la revista, en su ensayo <>: <>.
Hay, a través de los textos citados como ejemplo, una doble legitimación de sentido culturalista y de valoración de lo popular que encontraremos como piedra miliar en la base de lo que podríamos llamar la cosmovisión común del campo republicano, más allá –o más acá- de las desmarcaciones entre partidos.
Bibliografía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Civil_Espa%C3%B1ola
http://www.diagonalperiodico.net/antigua/pdfs18/39diagonal18-web.pdf
http://www.historiasiglo20.org/HE/14b-1.htm
Tuñón de Lara, Manuel, Aróstegui, Julio, Viñas, Ángel, Cardona, Gabriel, Bricall, Josep M., La Guerra Civil Española 50 años después, Cátedra, C/ Calabria, 235-239, -08029 Barcelona, 1985.
Trabajo realizado por: Ismael Morales y Julia Rosales 2ºA
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